miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cuida de mis sueños

Si tuviera los bordados tapices del cielo,
tramados con luz dorada y plateada,
el azul y lo tenue y los oscuros tapices
de noche, luz y penumbra.
Extendería los tapices bajo tus pies,
pero yo, que soy pobre, solo tengo mis sueños,
he extendido mis sueños bajo tus pies,
camina con cuidado porque caminas sobre mis sueños

W.B. Yeats

viernes, 10 de agosto de 2012

El valor de un desconocido

Esta historia real me ocurrió hace poco menos de un año y a dia de hoy me sigue revolviendo la cabeza.

Todo comienza después de una noche de fiesta en El Puerto de Santa María. Una vez terminada la noche fui a  la estación de trenes para volverme a mi casa. Cuando llegué, compré el billete de cercanías que me llevaría a Jerez y, por confusión, de ida y vuelta (cosa que me ha pasado más de una vez). Pero mi tren saldría en 20 min, entonces el resacoso cansancio me obligó a pegarme una siesta...     Pi!, pi!, pi!, ¡mi tren se va!. Pegué un salto y me metí  en aquel tren que ni siquiera sabía si iba para Jerez, pero tuve suerte, pasaba por Jerez, pero con destino Sevilla, era "un media distancia". A a priori no me importó mucho, ...mientras que no pasaara el revisor..... , pero apareció.

-Su billete, joven!( con el típico tono de alguien que trabaja  alas 7 de la mañana y tiene que aguantar a los que volvemos de fiesta)
-Perdone, es que me he confundido de tren, creía que era un cercanías.
-Lo siento, (se veia al lejos que no lo sentía) tienes que pagar la multa.

Ahora viene la parte clave y el  verdadero origen de la historia cuando dije:

-¿Y qué hago con este billete?
- Puedes utilizarlo hoy (esto es lo importante).
-Aquí tiene (no recuerdo bien cuanto era).
Pensé que para qué querría yo un billete de ida y vuelta para El Puerto.

Una vez en Jerez y después de haber dormido lo suficiente  pensé que ya que tenía el billete podría ir a ver a mi novia, que veranea en El Puerto.Así, de nuevo, cogí aquel inutil billete de tren ,que hasta hora no había servido de nada  y fui a la estación. Allí se me acercó un chaval con un equipaje un tanto extraño: tienda de campaña, saco de dormir, mochila de estas de viajeros (no se si me explico), y unas Nike desgastadas colgadas al hombro. Se veía al tipo un poco desgastado pero no tenia pintas de que fuera  un mal tío.
-¿Tío, me podrias dejar un euro? -me dijo.
-Claro, tío, toma.
-Gracias tío,  eres una buena persona.

Me quedé un poco pillado con esa respuesta, ya que le di el euro porque tenía dos y el billete ya lo tenía comprado.
 A la espera del tren lo vi sentado y me senté a su lado para  ver si me daba parla mientras esperaba. Estaba llorando..
-¿Qué te pasa? -le dije.
-No puedo más, estoy acabado, no se que hacer con mi vida (mientras las lagrimas salian sin reparo).
Al ver esa tragica y dolorosa escena tuve el impulso de abrazarlo. El abrazo duró más de lo que dura un  abrazo típico.
-Gracias, lo necesitaba -me dijo mientras sonreía-.
Me senti muy feliz, parecía que le hubiese liberado de una carga.
Sin yo decirle nada él decidió contarme el razonable motivo de sus penas. Me contó que se marchó de casa y llevaba un año fuera buscandose la vida, él era del norte, cerca de los Pirineos, Me dijo el lugar exacto pero no recuerdo el nombre del pueblo, tampoco me sonaba mucho.Se marchó porque lo dejó con su novia con la que llevaba desde los 12 años y él tenia 33, así que supongo que cortaron a los 32 (haced ustedes el cálculo de los años que salieron juntos si quereis). Se marchó porque no podía estar en un lugar donde todo le recordaba a ella, toda su vida era ella. En parte lo entiendo, son muchos años...Asi pués, se marchó con algo de dinero y el equipaje mencionado antes. Me contó que al principio, descolocado de todo, se gastó el dinero en muchas fiestas y algo de droga,  y que, poco a poco, se vio sin un duro haciendo algo que no quería y buscandose la vida como podía.  De hecho, él estaba en la estacion para  ir a Cádiz porque tenía un colega de unos12 años más o menos ( no lo recuerdo bién) que le estaba enseñando ha hacer esculturas de arena, y así  sobrevivir poco a poco. Al parecer, aquel bohemi, llamado Victor, habia llegado a su  final. No tenías fuerza para seguir luchando por sobrevivir. Sin fuerzas para nada,  no paraba de repetir " la vida ha podido conmigo". Yo no sabía  muy bién que decir, era muy trágica la escena que estaba viviendo, pero entonces cogí fuerzas y le dije:

De todo se aprende. No se si era la mejor respuesta, pero él levantó la mirada y no pareció que la viera muy mala. Lle di un Clinex ( yo siempre los llevo). Empecé a decirle lo que pensaba de su historia. No había terminado de hablar cunado, de repente, llegó el tren, y el revisor que normalmente pasa en medio del viaje, estaba  al entrar por alguna extraña casualidad. Nos pidió el billete, primero a él, (recuerdo como me miró y me dió las gracias con un gesto) y después a mí.

-Este billete está  cancelado -me dijo.
-No puede ser, un compañero tuyo hace un par de horas  me dijo que valdría para hoy.
-Correcto, pero en un plazo de 6 horas .

Entonces Victor cogió su equipaje  me dió su  billete  y me dio las gracias. No!-dije yo-, o los dos o ninguno. Victor y yo fuimos rapidamente a donde se compran los billetes y pedimos a la gente los 30 o 50 centimos que me faltaban para comprar el billete. Rápidamente lo compramos y entramos en el tren, nos miramos muy gustosos de haberlo conseguido.

Después seguí hablando sobre su historia, me puse muy bohemio y le solté unos cuantos eslogans. Me salieron solos(me sorprendí hasta yo de lo bien que hablaba). Intenté, sobre todo, que no perdiera la fuerza para seguir adelante, Es más, intente crecerlo, mientras hablaba con él se me saltaron las lágrimas ( era una conversación muy profunda). Le dije que intentara recaudar dinero suficiente para volver a su pueblo y allí volver con su familia , ya  que el padre tenía una pastelería y no le faltaría trabajo ( de vez en cuando los llamaba por una cabina). Y, con respecto a su novia...,. la vida pasa y las penas también, aunque también le dije que no la olvidaría , pero que podría aprender a vivir sin ella. Pero desde luego,  huir del problema y esperar no es la solución. Estuvimos hablando sobre ese tema un ratillo más, pero entonces cogió su desgastada maleta,  sacó dos libros. Uno era una novela de Paulo Coelho a la que no presto mucha importancia, el otro era su diario. Su diario del viaje estaba lleno de pequeñas etiquetas  de cartón muy extrañas. Me enseñó la primera página que comezaba:  No puedo más me voy....
Seguimos hablando y ,de repente, me preguntó mi nombre mientras escribía en su diario. Me enseñó lo escrito:
He conocido a Miguel y vuelvo.
Emocionado lo abracé.

Mi parada en El Puerto había llegado ya él le quedaban unas pocas paradas más para llegar a Cádiz. Me levanté, se levantó, nos dimos un abrazo y las gracias mutuamente. Recuerdo cuando salí del tren y él estaba allí en la puerta, me volvió a dar las gracias y el tren se marchó (lo sé, es muy típico de peliculas).

Esta es mi historia, una historia que transcurrio en unos 20 minutos y que, personalmente, me parece fantástica y mágica. No sé si él ahora estará en su tierra, ni se si se acordará de mí, pero yo  me siento afortunado por haberla vivido y le deseo lo mejor.